Interioriza la idea del pensamiento estratégico, adopta un pensamiento estratégico, te será muy útil al comienzo de tu carrera y será obligatorio más adelante. 

No es una actividad aislada en la que creas una estrategia para seguir por siempre. 

Las condiciones cambian, y debes cambiar tu estrategia también. 

Por lo tanto, debes acostumbrarte a pensar estratégicamente, a reevaluar la información nueva y a adaptarla a las necesidades. 

Si haces preguntas específicas sobre hábitos y prácticas con un objetivo claro, muchas veces podrás descubrir ideas nuevas y métodos que otros ni se habían planteado.

Si te pasas todo el tiempo completando tareas, no observas a los demás, de quienes puedes aprender, ni a ti mismo, por lo que no podrás mejorar el rendimiento. 

Tenemos que despejar la cabeza, aprender a estar presentes y reflexionar sobre nuestras experiencias, probar ideas nuevas y pensar. La creatividad aparece así. 

Debes cuestionar, observar y reflexionar para empezar a interiorizar la idea del pensamiento estratégico.

Puedes aprender una nueva destreza, adquirir más experiencia internacional u ofrecerte a liderar una comisión. 

Si planificas tu carrera con una estrategia a largo plazo, las recompensas serán enormes más adelante.

La secuencia de la estrategia es Visión, estrategia, objetivos, tácticas, herramientas y bla, bla, bla. 

Para asegurarte de no perderte o distraerte, tus tácticas deben ser claras. No digas que vas a leer un libro por semana y luego esperes que suceda mágicamente. 

Márcate en la agenda una hora cada mañana para leer antes de empezar a trabajar o traslada la lectura al tren en vez de escuchar música. 

Si quieres estudiar y obtener otro título, una táctica puede ser concertar reuniones con personas que ya estén cursando ese programa para ver si te convence. 

El pensamiento estratégico es una ventaja, pero para que sea posible debes aprender a encajar las piezas y a discernir qué metas y tácticas necesitas aplicar para hacer posible el éxito.

Si tienes un buen amigo, ya sea dentro como fuera de la compañía, a quien le interese perfeccionar sus tácticas de pensamiento estratégico, pueden establecer reuniones regulares cada semana o cada mes para inspirarse y debatir ideas en persona, por teléfono o por Skype, dependiendo de las posibilidades. 

Debes reflexionar sobre el futuro para evaluar las tendencias e identificar las situaciones posibles, y también interpretar el pasado para aprender de él.

Debes tener en cuenta las macrotendencias que influyen en la sociedad, como el auge de los autos sin conductor o las impresoras en 3D, pero también las microtendencias que influirán específicamente en tu sector. 

Para llevar un control efectivo de las tendencias, debes leer mucho: publicaciones tanto de interés general como específicas de tu industria. 

Es probable que ninguna situación específica ocurra como lo imaginas, pero puede que algunos aspectos sí, y si identificas las posibles debilidades u oportunidades a tiempo, podrás planificar de forma más eficaz. 

Si realmente quieres obtener logros, tómate el tiempo para trabajar con metas específicas e identificar las tácticas que implementarás para alcanzarlos. 

Está muy bien plantear estrategias solo, pero algunos objetivos no pueden cumplirse así. 

Necesitas que tus jefes, tus compañeros y tus empleados te acepten y te apoyen. 

No conviene compartir por primera vez esa estrategia en la que tanto trabajaste y que la rechacen porque tu jefe automáticamente se niegue a apoyarla, porque otro empleado clave la malinterprete y se ponga como loco, o porque alguien te haga una pregunta en la que no hayas pensado. 

Cuando estés diseñando tu estrategia, analiza las objeciones que podrían tener los demás y elabora posibles respuestas. 

Si puedes dedicarle tiempo a una lluvia de ideas, se te ocurrirán muchas de las objeciones que se podrían plantear. No tienes excusa para no ir preparado. 

El propósito del pensamiento estratégico no es pensar, sino lograr tu estrategia. 

Y para conseguirlo, casi siempre deberás trabajar codo a codo con tu equipo.

Mide el éxito.

La clave está en plantearte por adelantado cuándo y cómo harás un seguimiento del progreso para no olvidarlo cuando estés en medio del proceso, que a veces puede ser desordenado y hasta caótico. 

Puedes aprender a tomar mejores decisiones y a desarrollar estrategias más afinadas si revisas tus hipótesis y las comparas con tus objetivos. 

El pensamiento estratégico es un proceso continuo.

Somos humanos y por lo general tenemos buenas intenciones: «¡Claro, el pensamiento estratégico!» Pero a veces no alcanza. 

Debemos recordar continuamente esas intenciones y esforzarnos por crear hábitos para que pensar estratégicamente no suponga un esfuerzo. 

Si hoy mismo empiezas a dedicarte al pensamiento estratégico, obtendrás ventajas competitivas y enormes resultados para ti, tu equipo y tu empresa. 

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